Con una taza de café, escuchando un disco de los ochentas, en el rincón más mío de Francia, frente al ordenador me ha caído el veinte de que he pasado a ser Ausencia, quizás desde hace algunos años lo soy, pero hoy beso mi taza y me doy cuenta: ya no hay café y el reloj de la compu marca las nueve de la mañana con ocho minutos (horario de Guadalajara, no le he querido mover por aquello de no enviar mensajes a las 4 am). Disculpas, a veces se me olvida que estoy al otro lado del mundo en la velocidad del tiempo.
No estoy en todas las fiestas de cumpleaños ni en navidad ni en las chelas pendientes ni en la cenita ni en el cafecito. Tampoco en las celebraciones por venir en la que antes era mi casa, donde las canciones valen más que en cualquier lado, ese lugar de la tierra donde sale el sol a todas horas y llueven lágrimas rancheras que se acompañan siempre con tequila. Sitio donde los vagabundos van siempre acompañados. Donde la sangre corre por los caños como deja de hacerlo a veces el agua. Me he perdido el nacimiento de mi nuevo sobrino, la risa de Lola en su azotea. Me hacen falta los ojos de Laura, mi hermano Carlitos y sus travesuras, mi amigo Vidal y no tiene Facebook. Papás fritas con limón, sal y chile, tamarindo, los benditos tamales, las tortillas recien hechas, los elotes y el tejuino. No olvido como era el señor del puesto de periódicos ni mi amistad con los señores que hacen lonches de jamón en la calle de Marsella. Siento una entrañable nostalgia por la gelatina de leche con nuez y el bolillo calientito de la tiendita de la esquina en Santa Tere. Las tortas de Don Charly y el jugo de naranja de mi mamá por las mañanas. Lo he dejado todo. La Ausencia con "H" se ha convertido en una realidad categórica, la más inexorable de todas. Vivo un autoexilio irremediable. Lo siento, te abandoné pero no te olvido. ¡Oh! me persigue la maldición de la tierra, es patética y tan deprimente a veces que me han deportado ya las cansadas noches de absurdos pensamientos. Ha sido, es y seguirá siendo difícil no vivirte México, con todo lo que eres y significas para mi, con todo lo que hay allá y no está aquí. Nada, nada de lo que hay acá puede llenar ese vacío.
Aquí es donde entro de lleno en el tratado internacional conmigo misma: Una reflexión minimalista y apaciguadora -no sé si la palabra existe, pero es sin duda la correcta- con el ritmo lento de estas letras, argumento que amar es el más impetuoso de los verbos. Amar te permite viajar a todos lados, el corazón es capaz de vivir con aromas encerrados y atrapar las calles de tu infancia. Encapsular a todos los que quieres en un lapsus galáctico y jugar en la playa con tus amigos todos los días en la mente, si tú quieres. Aunque estés sola frente a la chimenea tomándote un tecito.
"Como chocolates y bebo todo el vino que llega a mis manos, a veces de manera inexplicable. Es bueno para la salud y sin duda el mejor terapeuta para aguantar los trances de extrañamiento".
Una voz interior me dice doucement: vives, sí, vives tranquila y más sana que nunca, cocinas, haces jabones, vas al baño y al mercado. Y tienes proyectos locochones y armas poco a poco tu casa, escuchas nueva música, hasta puedes ya ver pelis en francés y pedir el pan en la tienda, sonreirle a Rosa (la de la tienda) y entablar una semi-conversación con ella, paseas, conoces lugares, aprendes un poco de mecánica industrial con tu esposo, escuchas atentamente a Georgette y sus crónicas de la guerra en 1940, das clases de inglés, tienes un peludo amigo fiel de cuatro patas y lavas los trastes con agua caliente. Eres feliz. Estás en el sur de Francia; quesos, vinos, nueces de castaña, frutas y verduras de la tierra a tu boca, bicicletas, campos, olivos, aceite, motos, pueblitos, bufanda, guantes, abrigos, cine, crepas, baguetes hum, hum, hum y también muchos franceses. A lo que mis manos responden: mi casa está entre las montañas de los Pirineos Orientales en Francia y el mar mediterráneo, un lugar tocado por los Dioses, es cierto. En este punto ya no sé quién de mis dos "yo" es la que habla, y qué importa, si se rebela como siempre y me expone su punto de vista: "Vaya, tu corazón y mente han encontrado ya el lado amable de la Ausencia, pero ¿y tu cuerpo? ese no se acostumbra tan fácil a estar más cerca de la nieve que del pacífico, ¿verdad?... Para ello hay que beber dosis de paisaje y escritura, quizás también en el otro idioma. Dicen que el verano es más amigable para nosotros los tropicales. Je vais voir.
Es febrero. Hace frío. Hablo yo. Aquí y allá. Las raíces son alas también. El amor existe a pesar de la distancia y no sólo eso sino que crece como las plantas. Amo apasionadamente a mi México, a mis personas y a mis lugares, estar lejos no son enchiladas, no. Me entusiasma vivir con la idea de volver, cómo tantas veces lo dijo Chente. Y lo haré cuantas veces pueda. Ahora, estoy al otro lado del charco y finalmente creo que he encontrado mi lugar favorito: Mi hogar. Mi cocina. Mis zapatos. Mi amor. La Ausencia me forma de un barro sólido y aquí estoy... en este rinconcito es donde debo estar, aquí adentro es donde habita esa viajera incansable, la mujer que soy desde aquel 7 de octubre.
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