jueves, 29 de octubre de 2009
miércoles, 28 de octubre de 2009
Gelatina de uva con arándanos


Mi lista de cosas por hacer se quedó en espera. Es martes, salí casi a las 8 de la oficina, cambió el horario, es de noche, no salí a caminar, no pude tomar fotos ni ver el atardecer como otros días. Me gustaría hacer tantas cosas, pero me falta tiempo, un amigo y dinero…
Así que aquí un tip por si en algún momento te sientes como yo. Es tan divertido como tú quieras hacerlo.
Gelatina de uva con arándanos:
Compras un paquetito de gelatina de uva
Pones a calentar agua hasta que hierva
Ya que esté hirviendo, le apagas y vacías el sobrecito
Lo revuelves muy bien
En los moldes pones un puñito de arándanos deshidratados
Vacías el liquido morado
Las dejas enfriar por 15 minutos
Les dibujas suavemente unas figuritas con lechera
Luego las metes al refrigerador por 30 minutos. ¡Y listo!
Hacerlas es divertido, pero compartirlas es lo mejor.
Se me ocurre que las gelatinas son como la gente; nunca sabes realmente de qué son. Los arándanos son como los hombres; agridulces, enigmáticos, irresistibles, van bien con todo y siempre te topas con uno. La lechera, el toque femenino, sin duda.
lunes, 26 de octubre de 2009
capa de jandora
He descubierto que "todos tenemos historias fantásticas"
Algunos las cuentan; otros, nunca las dicen
... y muchos se callan la mejor parte.
Algunos las cuentan; otros, nunca las dicen
... y muchos se callan la mejor parte.
jueves, 22 de octubre de 2009
Diosa
Escuchar el sonido infernal de la carpintería de al lado sonorizando con el ruidito que hacía el refri, me provocó salir a dar un paseo por las calles del pueblo. Unos tenis y una chaqueta fueron los elementos básicos para emprender el viaje.
Saliendo de mi casa, me encontré con un perrito salchicha que paseaba a un señor gordo de sudadera amarilla. Caminé hasta que vi una brecha que concluía en el lago. Bajé por esa calle, caminé durante veintisiete minutos. Me encontré a una muchacha que cargaba una pala en sus manos y la estrellaba en la tierra con estremecedora fortaleza. Llegué al final de la brecha y descubrí que había conchitas revueltas con arena, ideas, lirios y tierra oscura. Di unos pasos hasta tocar el agua con mis pies, no pude evitar mojarme y soltar un suspiro.
Ver las montañas fusionarse con las vaporosas nubes me atrapó circularmente en un pensamiento: los niños no sólo lloran cuando tienen hambre o sueño o frío sino que esa enorme laguna hermana del mar es una lágrima, una lágrima que colecciona lágrimas de todos nosotros cuando fuimos niños, cuando fuimos grandes, cuando lloramos también por algún juguete en el supermercado o por nuestro primer amor y desamor, una lágrima íntima de alguna diosa gigante por ahí escondida entre los cerros. Mis pies conectados a la tierra, mis ojos tan cerca del cielo. Pasaban los minutos y yo sentía los ojos trabados de tanto ver. Mi cabeza giraba y mi cuerpo la seguía. Ese día nada interrumpía el romance que vivíamos el agua y yo.
Todo estaba quieto y en silencio, esperando que algo grande sucediera. De pronto, un pájaro cantó y asustó al caballo que me miraba despistado. La noche se venía, el sol se metía, el caballo me miraba, y yo, sólo tenía ganas de parar el tiempo, detener al sol, convertir al caballo en perro, abrir dos veces más los ojos y escaparme con esa Diosa.
Regresé a casa por orden de ese alguien que algunas veces me domina, encendí unas velas y me hice un té. Eran las ocho, los de la carpintería se habían ido y el refri había caminado hasta afuera. Mis tenis estaban mojados. No había miel en la alacena.
Saliendo de mi casa, me encontré con un perrito salchicha que paseaba a un señor gordo de sudadera amarilla. Caminé hasta que vi una brecha que concluía en el lago. Bajé por esa calle, caminé durante veintisiete minutos. Me encontré a una muchacha que cargaba una pala en sus manos y la estrellaba en la tierra con estremecedora fortaleza. Llegué al final de la brecha y descubrí que había conchitas revueltas con arena, ideas, lirios y tierra oscura. Di unos pasos hasta tocar el agua con mis pies, no pude evitar mojarme y soltar un suspiro.
Ver las montañas fusionarse con las vaporosas nubes me atrapó circularmente en un pensamiento: los niños no sólo lloran cuando tienen hambre o sueño o frío sino que esa enorme laguna hermana del mar es una lágrima, una lágrima que colecciona lágrimas de todos nosotros cuando fuimos niños, cuando fuimos grandes, cuando lloramos también por algún juguete en el supermercado o por nuestro primer amor y desamor, una lágrima íntima de alguna diosa gigante por ahí escondida entre los cerros. Mis pies conectados a la tierra, mis ojos tan cerca del cielo. Pasaban los minutos y yo sentía los ojos trabados de tanto ver. Mi cabeza giraba y mi cuerpo la seguía. Ese día nada interrumpía el romance que vivíamos el agua y yo.
Todo estaba quieto y en silencio, esperando que algo grande sucediera. De pronto, un pájaro cantó y asustó al caballo que me miraba despistado. La noche se venía, el sol se metía, el caballo me miraba, y yo, sólo tenía ganas de parar el tiempo, detener al sol, convertir al caballo en perro, abrir dos veces más los ojos y escaparme con esa Diosa.
Regresé a casa por orden de ese alguien que algunas veces me domina, encendí unas velas y me hice un té. Eran las ocho, los de la carpintería se habían ido y el refri había caminado hasta afuera. Mis tenis estaban mojados. No había miel en la alacena.
miércoles, 21 de octubre de 2009
Frases de Ana Tarambana
Página 123, en letra bold, tamaño grande. Capítulo 12: A veces conviene resistir y esperar los acontecimientos.
Ella es muy sabia.
Ella es muy sabia.
martes, 20 de octubre de 2009
viernes, 16 de octubre de 2009
Me gusta regalar libretas

Chicas, grandes, gordas, delgadas, con dibujitos, pastas gruesas, de colores... todas son papel; papel diverso para escribir palabras, dibujar momentos, pegar fotos, recolectar frases, poner la letra de una canción... lo que sea, lo que quieras, cuando quieras y como quieras.
Regalo libretas porque me gusta. Pienso que es un regalo completo, personal y especial... especial para mi es la persona a quien yo se la regalo, porque él o ella expresarán algún día, de alguna forma en esa libreta algo especial para ellos también.
En honor a todas las ideas expresadas por ti, por mi... por todos nosotros.
miércoles, 14 de octubre de 2009
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